El cáncer aparece cuando por presión externa y estancamiento interno perdemos la esperanza de vivir.
Comprender que somos energía en potencia y que tenemos todo el control de nuestra mente y organismo es la premisa principal de esta obra, que te permitirá conocer a través de la experiencia de Catalina cómo, sin darnos cuenta, infectamos nuestro organismo de enfermedades, y en esa misma medida, cómo tenemos también el poder para erradicarlas por completo.
De regreso al camino. Gracias al cáncer es una obra reflexiva que te lleva a un profundo análisis que parte desde principios físicos, mentales y espirituales para enseñarnos mediante la práctica, cómo mantenernos alejados de los diferentes patrones de consumo, ansiedad y temores originados por una sociedad mercantilista como principal agente causante del cáncer en nuestro organismo y así disfrutar de una vida plena, enérgica y feliz, libre de este flagelo.
En este sentido, la pedagoga musical y psicoterapeuta colombiana Catalina Sánchez, luego de erradicar los tumores causantes del cáncer en su organismo, nos comenta a través de esta interesante narrativa la manera en que tomó el control de su cuerpo y mente, del mismo modo que las herramientas necesarias para vencer definitivamente a este terrible mal. Asimismo, nos sugiere la escritora, la forma en que podemos adoptar un estilo de vida que nos permita vivir armoniosamente en la relación espíritu y sociedad para así tener una vida sana y libre de agentes dañinos que puedan poner en peligro nuestra salud.
En este sentido, la misma autora a través de esta exclusiva concedida al equipo de Medina Liber editorial transnacional, nos argumenta su teoría respecto al cáncer, los agentes sociales causantes del mismo, así como el estilo de vida para prevenirlo o contrariamente combatirlo.
¿En qué sentido o de qué manera podemos apreciar la responsabilidad de la sociedad como el principal agente causante del cáncer en la humanidad?
No podría utilizar el término sociedad para relacionarlo como agente responsable de la generación del cáncer en las personas. La sociedad como tal, es un concepto muy amplio que abarca muchos aspectos del desarrollo humano, y no es del caso discutirlos en esta entrevista. Lo que sí puedo delinear como fuerte influencia en la generación del cáncer es un sector de lo que comúnmente se conoce como sociedad de consumo, en la cual existen grandes poderes económicos que se valen de legislaciones políticas, estrategias en campañas de difusión y medios de comunicación para lograr aumentos en sus ganancias, las cuales normalmente ya son grandes. Estas toman como eje la comercialización de productos que son muy nocivos para la salud humana.
Está más que comprobado que sustancias como la acrilamida, producen cáncer, están presentes en muchos alimentos como las papas fritas y algunos tipos de café procesado; otro ejemplo lo encontramos en los productos azucarados, los cuales producen hígado graso que es la puerta de entrada al cáncer de hígado (uno de los más difíciles de curar). Podríamos encontrar muchos ejemplos similares, pero las grandes industrias a las cuales me refiero tienen el poder para pagar investigaciones que concluyan lo contrario y siembren en el público un margen de duda.
Mientras este margen de duda exista, ellos pueden legalmente seguir haciendo hermosas propagandas para hipnotizar a la gente y buscar que desde los congresos se hagan legislaciones que los exoneren de responsabilidad frente a la salud pública. También encontramos en la gran mayoría de los medios de comunicación, el bombardeo de contenidos violentos, exceso de propagandas e información manipulada, lo cual genera mucho estrés en el público. Este tipo de presión va deteriorando paulatinamente el sistema auto–inmune de las personas y esto es el inicio de enfermedades graves dentro de las cuales se encuentra el cáncer.
Pero la responsabilidad es compartida. Del otro lado estamos nosotros los ciudadanos comunes, que tenemos la opción de cuestionar y analizar tanto la información que recibimos como los productos que consumimos. En el libro “De regreso al camino. Gracias al cáncer” hago un análisis desde mi punto de vista sobre este aspecto. Sucede que muchas veces empezamos a andar en piloto automático permitiéndonos ser manipulados por inescrupulosos a quienes solo les importa aumentar sus activos. Y es ahí cuando aparecen las enfermedades.
Si nosotros, de manera global generamos criterios con conciencia de calidad de vida y salud, de manera responsable con nosotros mismos no consumimos los productos dañinos, las grandes industrias productoras de elementos nocivos tendrían que cambiar.
El cáncer se produce cuando, se conjuga la enfermedad de la sociedad de consumo con la enfermedad psicológica personal. Estos dos aspectos unidos van acabando con la integridad del ser humano, hasta reducirlo a una condición indigna. Por esta razón, me atrevería a mirar el cáncer no como la producción de células desordenadas, sino como el debilitamiento de los sistemas internos de las personas.
¿Podemos afirmar que el cáncer es una especie de bomba de tiempo que nace con nosotros y que solo espera ser accionada?
Yo no diría que nace con nosotros, pero sí diría que todos los ciudadanos de estos tiempos somos dignos candidatos para desarrollar cáncer. Porque estamos expuestos a unos niveles de radiación y contaminación ambiental nunca visto en la historia humana. Además, los seres humanos como especie en evolución, cada vez somos más sensibles y perceptivos al desarrollo emocional, y si algún área de nuestro ser interior se ve afectada de manera grave, se gesta el clima perfecto para que la enfermedad aparezca.
El cáncer aparece cuando por presión externa y estancamiento interno perdemos la esperanza de vivir.
En ese orden, a veces no nos damos cuenta de que en algún momento nos montamos en el “caballo loco” del estrés, empezamos a vivir sin ser felices y perdimos las riendas de nuestra vida. Y cuando lo más preciado que tenemos, que es nuestra vida, ya no nos pertenece, entonces aparece la muerte, y el cáncer es una muerte que aparece en el cuerpo cuando uno está vivo. Aparece cuando sentimos que ese “caballo loco” nos ganó la partida.
Si la clave para erradicar el cáncer está en nosotros mismos, partiendo desde axiomas espirituales, psicológicos y emocionales, en ese sentido: ¿Por qué no confiar en la medicina no tradicional o alternativa?
El cáncer se lo cura uno mismo y uno escoge sus herramientas. Y definitivamente se necesitan herramientas para hacerlo; solo, no se puede. El sistema de salud que utilice cada paciente oncológico es la herramienta principal que éste escoge. En el capítulo sobre las ayudas personales hablo de todos los apoyos que utilicé en este aspecto.
Una cosa es clara para mí. Cuando uno está con la muerte velándole el sueño no se puede pensar con claridad. Uno tiene miedo de morir. Además, el dolor que producen los tumores es mucho y uno no puede pensar con claridad en ese estado. Por eso recomiendo que el sistema de salud que se vaya a manejar sea discutido con la familia y la decisión final la tome el paciente.
Si uno ha decidido seguir viviendo y recuperar los sistemas internos, tiene que confiar por completo en el sistema de salud, en los médicos, y en los tratamientos seleccionados. Porque definitivamente, el aspecto emocional es determinante para recuperarse. Ese aspecto emocional se basa en la certeza y confianza en el tratamiento.
Yo, no confiaba en un sistema alternativo o experimental, porque detectamos el cáncer muy tarde y avanzado. Afortunadamente, el camino me puso al frente de un excelente profesional oncólogo. Yo confié en él desde el primer momento; en efecto, él fue asombrosamente acertado con el diagnóstico y el tratamiento. Y esa confianza tanto en él como en el tratamiento fueron determinantes.
Aclaro, aquí que en realidad nunca se supo el verdadero origen del cáncer que padecí, pero la experticia del oncólogo se notaba en todo su accionar y eso me dio más confianza aún. En lo más profundo de mí ser, yo tenía la certeza de que me iba a curar.
No pongo en duda de que hay personas con la capacidad de manejar el miedo y el dolor en esas circunstancias. Eso es lo que se necesita para recuperar los sistemas internos. Aunque creo que una persona con tanto dominio personal no generaría un cáncer. No es mi caso, yo necesité guía en este proceso.
Creo que las medicinas alternativas o no tradicionales pueden curar el cáncer. He leído mucho sobre el tema, pero yo no tenía tiempo para elegir, había que actuar rápido y con certeza.
Lo que sí me parece muy peligroso es asesorarse de personas que no estén preparadas y combinar medicinas que no sean compatibles.
En mi opinión hay que apoyar la investigación metódica y responsable sobre el tratamiento de la enfermedad, incluyendo todos los aspectos relacionados con su curación. Me parecen muy acertados los métodos que fortalecen el sistema inmune sobre los cuales se ha iniciado toda una línea de acción al igual que las investigaciones en el campo psicológico.
Y para terminar de contestar la pregunta, agrego que, si un paciente oncológico escoge la medicina alternativa para el tratamiento del cáncer, debe estar muy seguro de su decisión y en consecuencia confiar plenamente en ese procedimiento.
Partiendo de su experiencia y siguiendo sus recomendaciones, ¿cualquier persona pudiera erradicar el cáncer?
Cualquier persona que esté dispuesta a viajar a su subconsciente, curar las fracturas interiores que causan la enfermedad y generar su propia conexión con su espíritu. ¡Sí!
Pero, como lo describo en el libro, hay muchos que prefieren morir porque no están dispuestos a hacer esa profunda transformación. Muchos quedan atrapados en ideas obsesivas, autodestructivas y no pueden salir de ahí.
Hay quienes quisieran conservar su vida, pero no pueden soltar los patrones culturales o las estructuras emocionales que los llevaron a enfermar, ya sea por miedo o por falta de conocimiento interior.
Mucho se ha dicho sobre ciertos tipos de cáncer que se consideran incurables, como el de hígado, colon, pulmón o páncreas. Pero yo he visto personalmente, casos de personas que se mantienen vivas muchos años después de haber vivido este tipo de cánceres.
Conozco una persona que ha padecido episodios muy difíciles con su cáncer de hígado. Él tiene un negocio cercano a mi casa, y lo conozco desde hace más de quince años y ahí sigue trabajando y con su vida normal. La mamá de un amigo estuvo realmente al borde de la muerte por un cáncer de colon, pero eso sucedió hace más de trece años y ella está bien ahora. Una antigua vecina, que fumaba mucho, tuvo su cáncer de pulmón, después de un intenso tratamiento sigue bien después de muchos años y sin recaída. Podría seguir narrando casos de personas que he visto superar el cáncer; todas cambian de vida radicalmente después de la enfermedad.
Pero también he visto casos en los que personas con cánceres iguales o menos agresivos mueren. No quisiera entrar en detalles sobre estos casos, porque ser negativos y pesimistas no ayuda. Todos tienen un denominador común y es que perdieron la esperanza de vivir o no pudieron encontrar el foco de su enfermedad.
En este punto, invito a todos a conocer mejor tanto la vida como la muerte. Ninguna de las dos es tan dramática como normalmente creemos.
¿Qué se siente al haberle ganado la batalla al cáncer; cómo es su vida ahora?
Yo no diría que fue una batalla, porque yo no peleé contra nada ni contra nadie, todo lo contrario, dejé de pelar.
Digamos que todos mis patrones de pensamiento se rindieron a la guía de mi espíritu, rendirse al espíritu no es perder la esperanza de seguir viviendo. En el acto más profundo de sencillez y aceptación, asimilé con cariño el tratamiento, porque lo tomé más bien como una segunda oportunidad para seguir adelante con mi camino en la tierra. Dejar de pelear me significó mucho descanso y paz interior. En ningún momento sentí rabia con mis tumores o con lo que me estaba pasando, Yo sabía que mi cuerpo estaba haciendo todo lo que podía para seguir con vida.
Como un Cristo con su cruz, viví cada paso del tratamiento con la mayor dignidad que pude, y con agradecimiento acepté toda la ayuda que consideré me llevaría a la recuperación. Experimenté muchas pequeñas muertes, y cuando estaba en lo más profundo de cada muerte solo sentía mucho amor por todo lo que es hermoso en este planeta. Sentí mucho amor por mí, con mis errores y todo, sentí cariño por el camino recorrido y las construcciones que he logrado. Me acepté como soy, después de cada pequeña muerte resucité con más claridad sobre el verdadero significado de mi vida.
No siento que he triunfado sobre la enfermedad, algo así como que la vida es buena y la muerte mala y en ese juego yo gané. Siento que he iniciado más bien un camino de mayor conocimiento y receptividad con todo lo que involucra la salud del cuerpo, la mente y el alma. Lo veo más bien como un peldaño a escalar en un sendero empinado de mi camino. Yo soy consciente de que me excedí mucho en los límites de la salud conmigo misma, y lo hice porque estaba equivocada en cosas importantes. En el primer capítulo del libro hago una descripción de las razones por las cuales estaba equivocada.
Creo que mi vida llegó a un punto en el que todo tenía que derrumbarse para ser reconstruido con cimientos más sólidos, que vienen desde la conciencia espiritual. Esa conciencia en la que uno se rinde y se deja guiar por su propio espíritu.
Sobre cómo es mi vida ahora, solo puedo decir que es muy feliz, aún tengo muchas secuelas que deja el tratamiento, pero las vivo con cariño. Mi vida es feliz ahora, no puedo describir en palabras lo que siento de abrir la ventana cada mañana y ver el amanecer, o quedarme un rato viendo llover. Sentir el amor que me rodea y lo agradecida que estoy por tener la oportunidad de vivir cada día. He creado un compromiso con mi salud física, mental y emocional, y soy más que consciente de que uno hace su camino con las decisiones que toma.
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